Son las 3 de la mañana y ya llegó a inspiración.
Sinceridad llamada "soledad de habitación".
Abro un cajón en lo más profundo de mi pecho.
Es ese rincón donde me arrepiento de lo hecho.
Es donde grito aún cuánto de menos te echo.
Donde ahogo mis errores con alcohol y unos versos.
Si la noche pertenece a los poetas, rajo las paredes, tanto llanto,
grito, la luna es mi néctar.
Tantas promesas que parecían perfectas
y al final fueran palabras con destinación incierta.
Nunca acierta, no, este corazón salvaje.
Fue a clavarle su flecha a un amor sin equipaje.
Y yo sin traje para vestir tanta tristeza
que escribo en mi cuaderno para tener la certeza
de que ya no quedan palabras para decirte que te quiero.
Te pido perdón. Aunque siempre fui sincero,
nunca supe ser como tú te merecías.
Y para cuando lo aprendí tú ya no me querías.
Se acabó el amor y llegó el odio.
Impreso en dolor el rencor era obvio.
Te volviste a enamorar, curaste tus heridas.
No llegaste a perdonar a este triste sin salida.
Y este dolor que llevo dentro ya no mitiga a tu recuerdo.
La única constante que me queda es soñarte despierto.